Anoche tenía la inminente necesidad de escribir aquí.
Pero esas necesidades cuando tienes que soltar todo.
Pero esas necesidades cuando tienes que soltar todo.
Pero ya que (nuevamente) estoy sin internet en casa, el hacerlo no cobraba sentido. Además, aunque no lo reconozcamos, ya no vivo solo. Tengo un Matías en casa para acompañarme y escucharme.
Anoche él me mando la foto que nos sacamos en el MIT hace como un mes mientras yo venía caminando desde Ñuñoa hasta Santiago Centro con la cabeza a mil. Los pensamientos pueden ser como mariposas con alas cortantes, que revolotean cortando la calma y aumentando la ansiedad.
Así estaba anoche, con la cabeza a diez mil revoluciones. El pecho apretado y la guata revuelta entre mis incertidumbres (trabajo, estudios, futuro en general) y mis miedos (incapacidad, rechazo, frustración). Quizás es parte de tener 27 el tener tantas cosas en la cabeza y sentirse, en parte sin rumbo. Sabemos que es una edad extraña, lo dice la historia de la música, así como relatos de creadores, científicos e inventores. Los 27 son una oportunidad para volver a las raíces y taparse en su propia tierra.
Este año ha sido partícularmente intenso, repleto de cosas, muchas con significado e importancia, pero otras que pareciera que no se como aparecieron. Son como esos hongos de las paredes del baño que están allí porqué están solo las condiciones. Sin quererlo, mi 2015 ha sido un año en que me he dejado llevar y no me he llevado a donde quiero. Y no lo hice ya. Es como si el año hubiese estado para engañarme, como una ilusión. Hacerme sentir que iba bien, aunque creo que en verdad he estado corriendo en el mismo punto.
Aunque he estado (aprendiendo) a escribir académicamente, y este año dicte cursos que jamas hubiese imaginado, como también he estado co-organizando el congreso nacional de Ciencia, tecnología y sociedad, siendo, como si en verdad poco o nada hubiese hecho. Y esto me causa angustia. Como que nada de lo que hago es suficiente, ni para mi ni para quienes quiero y me rodean.
Entonces la pregunta es ¿Debo hacer más? o ¿Debo hacer otras cosas que me hagan sentir completo? ¿O es acaso que debo buscar otras vías de escape? Y con esto hago referencia a las vías de escape emocional, intelectual y físico. Es una sensación como de universo comprimido, como antes de una explosión. La angustia es sobre lo que vendrá es algo que deja al alma empequeñecida y de verdad, el universo se posa sobre ti. Es como las grandes preguntas, las que inspiran a escritores y científicos. Estás pueden dejar el alma en vilo y eliminar el sueño, sin mostrar escape en años. Pero estas cosas enaltecen el alma.
Quizás falta lanzarse al vacio. O tal vez, hay otras vías de escape que se ven en el rabillo del ojo, con la visión perisferica donde se ocultan los miedos, para poder enfrentarlos y salir detrás de ellos...
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