diciembre 19, 2011

Almuerzo familiar

El 8 de Diciembre tuve un almuerzo familiar. Creo que desde el 2002 que no tenia uno. Mi tía nos invito a Aldo, Francisco y yo. Solo faltaba mamá por razones obvias. 

Llegue algo tarde, luego de ir a esgrima en una sesión especial de jueves feriado. Tome micro en Matta y luego camine por Ramón Cruz. El sol de un día de diciembre no me hizo escatimar energías, aunque llegue bastante húmedo a casa de mi tía. Creo que durante este año no había ido a esa casa en todo el calendario. 

Kiko, mi hermano, había llegado con anticipación. Con el Andrés, con quien converse de la U, de los paros, de su novia y del resultado de una operación que tuvo en el año. Con Romina converse sobre su carrera, veterinaria, y lo que le gustaría hacer. Estábamos sentados los cuatro primos en el living de la casa de mi tía, el mismo que he visto colocado en diversas casas, en La florida principalmente. El mismo equipo, la misma estantería con libros.Cosas que parecen no cambiar. 

Al centro habían varios picaditos, queso, jamon, aceitunas, filadelfia y galletitas. Esos detalles que solo la familia de uno se preocupa. Mi tío llego algo tarde porque tía Rosy le pidió que llevará hielo y helado que compro en el Líder de Metro Los Orientales. Cuando llega les pregunto por el tío Manolo, esposo de mi tía Rosy. Estaba trabajando en el sur, me enteré luego del almuerzo exactamente en que. En eso la tía trae unos pisco sour para celebrar que Francisco al fin salio del colegio. 

Cuando terminamos de comer el cóctel pasamos a la mesa. Todo bien colocado, los cubiertos, platos y ensaladas sobre un mantel de tela colorido en una mesa plegada a su máxima área. Conversamos allí las cosas más sensibles, apareció mamá en escena, como la invitada infaltable entre anécdotas y explicaciones de su comportamiento. Me preguntaron por lo que había hecho en el año, Francisco contó de su trabajo. Me sentí algo expuesto, algo que no sentía hace mucho tiempo, como amarrado por la sangre a confesar. 

La pregunta de rigor ¿Estás pololeando Martín? Yo respondo que no. Cambian de tema, haciéndome saber que fue solo por molestar. Atacamos lo que va quedando de ensaladas mientras el equipo de grandes parlantes de mi tía toca una selección de música donde aparece Godwanna, Alberto Plaza y otras canciones de la decada del 90.

Hablamos del campo donde mis primos Romina y Andrés vacacionan casi siempre. De como pasa el tiempo y de lo grandes que somos. Comemos fruta con crema de postre. Francisco comenta que tiene que partir a trabajar, nos preguntan por la posesión efectiva de bienes de mi mamá. Otra pregunta incomoda, la evado con ayuda de Kiko. Este luego se va. Se nota que los malos tiempos entre los Comisso son cosa del pasado. Como que con mi mamá se fue también una tensión que antes existía o que yo siempre asocie.

Me quedo un rato más mientras mi tía me recuerda que tengo una enciclopedia (la Hipanica de 1998) en casa de ella, guardada. Me preparo para partir, junto a mi tío. Una tarde de Xbox aún me espera en casa de Karla. Al salir, siento que fue exitoso el almuerzo, una de las pocas muestras familiares que he tenido en mi vida universitaria. Luego, llegando al centro, vuelvo a estar inmerso en la ciudad y en mis quehaceres, mientras cruzo Plaza de Armas para ir a casa de Karla...

Lamento no haber tomado fotos de esa tarde. Verdaderamente, fue sencillamente histórica.

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