El universo es un lugar dinámico, en constante movimiento. Eso hace que pequeñas partículas se desplacen, lentamente por la fuerza del aire, el roce de un movimiento o la convección de un fluido. Las cosas se mueven, la energía se me disipa y eso ocurre naturalmente.
Este fin de semana Matías me insistió fuertemente que teníamos que ordenar la casa. En verdad, ya habían demasiadas partículas acumuladas y demasiado tiempo sin darle atención. Probablemente habían cosas que limpiamos hace una semana (como la cocina y el baño). Pero los rincones de debajo de la escalera, los libros tras la ropa en el closet y la cama hace varios meses que no las tomabamos en serio.
Así que nos pusimos a limpiar y ordenar. Matías tiene un talento especial con esto de limpiar. Se nota que le gusta y lo hace muy bien. En cambio, yo me disperso como un Millenial y mantener la limpieza me motiva menos que observar las partículas de polvo caer espontaneamente, al contraste de los rayos de sol.
Por otra parte, limpiar nos hace encontrarnos con distintos demonios: arañas, moscas y otras sorpresas que por el paso del tiempo comenzaron a co-habitar el casa. Un pequeño ecosistema urbano, en un lugar donde hay calor y comida, en donde la energía fluye y las cosas se mueven, para bien o para mal. Quizás sería buena idea preguntarle a las moscas que se siente vivir con nosotros. (Hasta que las raqueteo y electrocuto porque es una silenciosa guerra la que debatimos por quien es soberano de la cocina en verano).
A pesar de que es inicio de Marzo, el Febrero pasado ha sido un mes extrañamente lento y reflexivo. Reflexivo sobre nuestra relación con Matías, sobre las cosas pendientes antes de emprender una nueva aventura, quizás en un año más; reflexivo sobre las personas que quiero y me quieren y sobre hasta que punto puedo dar el ancho para cumplir las tareas. Aún tengo pestañas del navegador esperando que las lea desde mediados de Enero. Creo que eso no esta bien, pero no se como hacerlo. Quizás, simplemente desconectando hasta poder terminar todas las pestañas pendientes y comenzar de nuevo...
Ordenar trata de luchar contra la entropía, y así, contra el tiempo. Ordenar es algo muy poco natural, porque en verdad las cosas deben de fluir y tomar orden es algo que las posiciona, las establece, las rígidiza por lo menos en nuestras mentes. Ese ejercicio es en parte necesario por la condición humana: Ordenar cumple el rol de hacer materialidad nuestros patrones mentales y de convertir nuestros signos en símbolos.
Hay una silenciosa verdad sobre ordenar: Y es que nunca acabará. Incluso, si pensamos en un universo sin seres humanos y extrapolamos el universo hasta sus inevitables últimos días, cuando todos los átomos y partículas esten extensivamente separados por el cosmos, el encontrar ordenamientos como un oxigeno, un helio o incluso un par protón-electrón serán cosas inimaginables. Hay en esto una pequeña maldad, que mientras vivimos, pensamos que podremos mantener "el orden" como si fuese algo verdaderamente valioso o importante.
El orden no es natural a la información, no así las etiquetas. La web ha mostrado esto. Más que categorías o jerarquías, requerimos etiquetas para clasificar nuestra realidad, ser capaces de en un pestañeo agrupar o desagrupar. Los patrones del orden son fugaces y tipicamente sencillos. Estos patrones pueden ser desde formas naturales de crecimiento en los extremos, con células germinando o tal vez el entender que los "centros" atraen a más personas que las periferias. Los patrones con los que ordenamos - sean colores, tamaños, nombres, transformaciones isométricas, simetrías cristalográficas o taxonomías - son una estrategia necesaria pero fútil.
Aún sigo sin poder terminar de ordenar y muchas cosas aún tengo pendientes para mañana en la mañana. Tengo un artículo que referir (supongo se dirá así), un par de documentos que elaborar y una reuníón a las 8:15 A.M. Tengo el polvo que arranque de la casa sobre la piel y las manos resecas entre líquidos limpiadores y un largo rato de frotar. Pero como alguna vez me dijo Nacho Rencoret, ordenar es más que una terapia física, es un ejercicio mental para orientar nuestras ideas y darnos espacio para comenzar una nueva etapa.
El oracúlo del Guerrero me indica "El guerrero sufre". Nunca dejaremos de ordenar.
En mi caso, el ordenar es un tema para mí también jajja, tanto cuando se trata de mi pieza o de la cocina o el comedor. Buena entrada, saludos
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