noviembre 07, 2011

La voluntad tras el espíritu o el espíritu

Cuando el viernes, después de tanta mierda: La falta de sueño, la incapacidad de mantenerme de pie (en lo mental, no en lo físico) la frustración de que tu cerebro no te entregue la respuesta que buscas entre otras tragedias más llame a Leyla y converse con ella. Hablamos de una frustrada función de la sinfónica mientras mis pasos cavilaban hacia Pierre Baron de Cubertin. Arrastrados, con la cabeza gacha y sin ganas de nada seguí su consejo y fui caminando hacia ningún lado. No espere encontrarme con Mauricio, mechón de Fau y gran crítico que aún no reconoce sus dotes de sentido común que venía de una transacción algo incongruente con su condición de shonstatiano... al menos, incongruente a primera vista.
Y entre las risillas que teníamos dentro de la iglesia, entre las bromas que presentaba el párroco y las muy "poco acertadas" respuestas de Victor a Cyntia, la parroquia se teñía de rosa, de plata, de grises y nocturnos en un sol que sabía que no debía estar ahí. El matrimonio, esa institución, ese contrato, era sagrada-mente contraído por los dos mejores debatientes que ha tenido la Universidad de Chile... Y estábamos allí ante tan profundo compromiso.

Cuando llame a la Cota mientras esperaba a Luis en el café literario, no tenia en mente que terminaría yendo al teatro y mucho menos, viendo televisión con dos actores, cosa que verdaderamente es un desafío a la razón y al espíritu. 

Y luego comenzamos a conversar, de la estructura y del tiempo. De lo correcto y lo incorrecto convirtiendo ese aleatorio encuentro en un forum, en una prueba más para ambos, una encrucijada de preguntas, de juegos mientras mi cuerpo decía ya no más. Una fortaleza extraña me acompaño y levanto, como si el conocimiento me alimentará más que las ideas, si no que el temple, la voluntad de seguir ahí y mantenerme inderribable. Una fortaleza que me hizo levantar la pera y ponerme en la condición de reflexionar sobre el actual estado de la Universidad, sobre la religión y sobre esos llamativos detalles que tienen las personas como Mauricio, mientras los árboles nos escuchaban apacibles y la noche caía lentamente en una especie de capsula que sellaba un acto, de un telón que no logro romper la escena. 

Y luego las rosas, papeles y pétalos caían a la salida de arco de la puerta. todos apelmazados como arroces de colores brillantes celebrando la nueva familia y esperando el turno para saludar. La plasticidad de los movimientos, la versatilidad de los encuentros y el sol que se acallaba fueron el paso hacia la Fiesta. El Club Hípico nos guardaba un escenario de ensueño, donde nadie bien sabrá que ocurrió para que tanta magia estuviese allí esa noche. Luego del coctel y algunas conversaciones nos encontramos lanzando globos al cielo con deseos, profundos, trascendentes que nos hacia imaginar que hay algo más allá de lo que nuestros ojos ven.

Como las brujas que componen su camino del designo de sus voluntades y de sus oscuros tratos con las criaturas de lo desconocido.

Y Lastarria 90 fue un espacio donde nos juntamos. Un teatro disfrazado de café, como un personaje que no es el. Una obra surrealista, con una estética abstracta y una historia descollante, trágica, versátil, plástica. Imágenes que se interponían a las cabras del destino, esas que comen los fragmentos de nuestro pasado que hemos olvidado y que debemos hacer vomitar, con todas las cosas desagradables que ello conlleva.  Una polimorfica historia del niño ángel, HEME, salido del cielo ensangrentado y místico. Luego una conversación de música, no, de química, no, de ambas y a la vez como tambores que resuenan con espectacular concordancia en las distancias más inesperadas de este universo. Y Caminar, caminar mirando nuestros pasos, nuestros ojos, nuestras calles que nos vestían mientras nuestras palabras develaban nuestros miedos y diagnostico, nuestras historias vomitadas por las cabras, por los pasos que damos presencia presente, de conciencia tras recuperar las energías... 

Las mismas convicciones, los mismos pasos que llevan a reflexiones que no se sitúan ni en la mente, ni en la guata. Se sitúan en ese mismo lugar que escribe, que libera y captura la experiencia, que co-lec-cio-na. Qué siente.... El espíritu es quien hace su entrada, arma más terrible del pendulo, capaz de hacer un marepoto emocional en la sociedad, el verdadero rompe-esquemas...

Y pensé en él 3 días, que lo iría a ver. Pero el destino o quizás algo más fuerte qué él hizo encontrarme con Leo el jueves a cuadras de llegar a la piscina. Dice él que no le sirvió de nada el encontrarme, digo yo que siempre sirve. Siempre sirve. Siempre sirve para revelar que viene un momento donde la historia puede cambiar de manera definitiva y permanente... 

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