enero 19, 2011

La historia de mis errores con Bárbara



Barbará estuvo gran parte del año con problemas por un asunto de salud. Estuve conversando con ella hasta el día antes de la operación. Luego fallé.

Luego de la operación, que fue un jueves no supe que hacer, pensé que llamarla sería molestarla, que estaba descansando, durmiendo. El viernes creí lo mismo. Y es la verdad. El sábado y el Domingo me fui a casa de Claudio, estuve absolutamente en otra y se me olvido llamarle, me despreocupa de todo en un finde de distensión, relajo, juego antes de entrar de lleno en las cosas de la Unidad de Investigación que tanto me hincho las pelotas en Diciembre. 

El lunes la llame, en la tarde. Respondió absolutamente enojada, todos la habían llamado menos yo, todos la habían ido a ver. Esa sensación de postergación me la transfirió por el teléfono de la Kary, o esa culpa fue la que me quedo desde ese lunes llamando desde la casa de Cristian en mi penúltima reunión de la ANEQ. Intercambiamos unos mensajes en el muro de facebook. Ella los borro.

Luego de eso ella estuvo con licencia medica, dos semanas. Le mande un mail y sus ácidas y sinceras palabras de respuesta me decían, implicitamente, que algo se había gravemente fisurado. Nuestra amistad entro en una deriva continental. Pensé en organizarle un desayuno, pero cuando se me ocurrió fue el día antes de su regreso y nada logre hacer a las 19 horas. Un rotundo fallo más. Sin saber que hacer preferí evitar verla los primeros días, pero esos primeros días se fueron dilantando como si fueran de metal y el calor veraniego los ensanchase disminuyendo los espacios libres, disminuyendo la voluntad de ir a verle.

Pocos días después leo en su Facebook de una fea caída en escalera. No creí que fuera momento para molestarle con una conversación ya bastante postergada. Seguí la inercia del silencio y me mantuve al margen, solo un SMS fui capaz de enviarle. Desconozco la reacción que tuvo al respecto

Para Navidad, sabiendo que mi practica se venia inminente, acechante y un viaje me tendría dos meses fuera de la capital le compre dos regalos. Uno fui anonimamente a dejarlo en la puerta de su oficina, para luego enterarme que ese día no había ido allí, probablemente se sintió mal. No se si ese oso negro llego a sus manos.

También tenia otro regalo para ella, pero no quise ir a dejárselo a su casa, creo que es mejor afrontar el problema visitándola en su oficina, donde todo comenzó. Sobre ese regalo, esta ahora en Santiago y no se si llegará a su dueña. Desde esa llamada por celular no converso con Bárbara, por que se que esta profundamente dolida por no haberla llamado. Por no haber estado ahí. Por no ser el amigo que debe estar en las malas, como ella lo estuvo conmigo. Ese es mi gran cagazo.



Y ahora no se como enfrentarlo, si hacer una visita de reconciliación sorpresa un fin de semana, si esperar hasta Marzo y que esperar que el tiempo haya cicatrizado la fisura sean cuales sean las consecuencias, si dejarlo estar y hacerme el leso (cosa que creo es lo peor) o si seguir dilatándolo por las dimensiones del tiempo, esperando que el destino me cruce con ella dándome un "momento justo" para poder conversar y superar la situación, para decirle que lo siento, que la cague y que no tengo idea como arreglar mi cagazo, si es que se puede arreglar y que de verdad pensé que los dos primeros días requería tiempo para descansar y dormir y que el lunes no pude llamarla hasta la noche, incluso aunque me acorde. Que no quiero que nuestra amistad se vaya a las pailas y que en verdad es de las personas que son y han sido de las más importantes, incluso atreverme a decir que es la más importante que he conocido, en los cuatro cinco años que llevo en la Universidad.

Esto, es lo que agobia mis pensamientos hasta hoy privadamente al menos una vez al día y que me ha tenido más "silencioso de lo habitual". Creo que era tiempo de lanzarlo y ver que puede pasar. 

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