mayo 12, 2013

Oscuridades...

Me han llegado dos cartas de Gonzalo. Me las manda de Chillán, con la intención de compartirme cosas que la red no hace. Pequeños fragmentos de arte, filatelia y literatura en un medio análogo y frágil, táctil y áspero  cálido y natural. La carta, que hasta mediados de los ochenta era una de las formas de comunicación más usadas en la humanidad ha sido desplazada y relegada a enviarnos pequeños paquetes o deudas. A la mercancía, a el objeto sin contenido, solo con información. Y eso es lo primero curioso de que Gonzalo utilizará cartas para comunicarse en estos tiempos. De una de esas cartas les comparto unas líneas. "Fue una de esas noches largas. Todos esos cuadros, todas las noticas de tus antepasados y los míos, el ver el rostro de varios de ellos... eso deja ver un atisbo de luz a la distancia de esa sombría época. Sé que es egoísta, pero con humildad trato de decir que disfruto recibir poca luz, aprecio y valoro más la grandeza que existe..."



Gonzalo ha descrito este blog como una especie de vela que entrega luces de quien soy. Luces que desde el 2007 han narrado los pasos y sentimientos del marciano, las personas, algunas situaciones. Dando certezas y ambigüedades de quien soy. Pero hay cosas que los libros no narran y son las oscuridades. No las vicisitudes mentales o los crucigramas sociales, las oscuridades son esos momentos que no están en las historias. Esas idas al baño, eso momentos de cocina, esos café aparentemente poco memorables... esos mensajes directos que nos dejan pensando, esas visitas no narradas o caminatas inesperadas son como sombras en la narración, cosas inesperadas que están dentro de nuestro tiempo, pero no tienen un texto. 

La mayoría de las veces las oscuridades es cuando el protagonista se degenera, se convierte en una sombra de lo que fue, pierde su luz y peca. Pecar desde su propia escala de principios; quebrantando su identidad y degenerandose. Es cuando el héroe se pelea con su entorno, discute, se ofusca y es terco. Es cuando el héroe falla en lo que hace siendo irresponsable con su destino, cuando el paladín come demás y ve como sus habilidades se ven en-lentecidas  minimizadas, disminuidas por alejarse del rigor. Cuando el mago deja de leer y la magia resulta sencillamente vulgar. Es, en gran medida, cuando no estamos felices con quienes somos y chocamos contra las piedras más mínimas. La sonrisa se torna tenue y dentro al luz disminuye su intensidad... Es cuando el corazón ya no late con la misma pasión. 

La oscuridad toma al relato-céntrico y lo saca de posición. Ya no gira alrededor de él su vida, si no de sus lamentaciones y su sombra. De quien fue y quien debería ser. Y mientras el foco del escenario quiere localizarlo para mostrar sus logros, el esta tras bambalinas sin la capacidad de hacer frente a su desastre, escondiéndose.

Los últimos meses siento como esa oscuridad me ha tomado, pero las cosas son más difíciles de ver cuando están más cerca. La oscuridad tomo mi mente, luego mis tiempos, paulatinamente mi animo y luego mi cuerpo. Mis personas, mis lugares también se fueron volviendo más oscuros y no pudiendo ver entre tanta niebla me he dejado llevar por lo que se supone debo hacer y no hago, quedándome inmóvil, quieto, rígido, espantado. 

Y en ese momento en que crees que estás en la pasta y vas directo a las sombras de la inactividad: Aparece alguien y te recuerda, tu estás para darle luz a otros. Y los cuerpos luminosos solo dejan de brillar cuando mueren en una explosión nuclear. 

Aun queda mucho camino. Y si no te gusta el actual, cámbialo. 


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

el constructivismo utópico, la épica delirante

 Porque dejar que las cosas buenas se vayan. O quizás, es tiempo de regresar al texto. 

Hackear el marciano

Hackear el marciano