Esta nota esta dedicada al
sexto aniversario del Biotopo del Marciano.
Llevo 4 horas leyendo al
autor de Orsai en el bus camino a Santiago. Voy desde Puerto Varas y
cargue las lecturas antes de venirme para prescindir de la conexión
de datos. El link de Orsai me lo mandaron en un sorpresivo correo, el
1 de Enero, durante el día con el fin de escuchar sus ciento
diesiciete grabaciones que hizo durante el 2012. Pero advierte “Las
versiones duran entre tres y cinco minutos. El link unido al nombre
lleva a los textos, generalmente más largos”. Con ello ayer
rehuí de escuchar los textos y comenzar leyéndolos, paulatinamente,
los títulos que más me apasionaban.
Avance con 9 antes de
dormirme en la primera noche del 2013. En estás cuatro horas he
leído más de 50.
Estos textos,
aparentemente escritos entre 2004 y 2012 cargan con una
característica propia de los verdaderos escritores: Conmovernos. Con
Canelones, la historia de cierta pitanza, como llamamos en Chile a
las bromas telefónicas, estuve unos 10 minutos anonadado con el
final, impactado sin poder casi respirar.
Poco antes leí sobre sus
cuadernos, en “Pequeño Homenaje a mis cuadernos” lo siguiente:
“Ninguno
de esos cuadernos privados me duró vivo un año entero. En ninguno
escribí sin interrupción durante un año entero. Eran todos breves
y sumaban en conjunto, pero no a solas con sus tapas. En ninguno de
todos mis cuadernos desterrados, por ejemplo, he escrito tanto como
en Orsai, que también es un cuaderno privado, aunque sin olores ni
texturas, pero sí lleno de mis pequeñas estupideces mentales. Y hoy
Orsai cumple un
año.
Y aquí está. Ni las mudanzas ni las rebeliones lo han volteado.
Cada vez que me aburro, le cambio el diseño y ¡zácate!,
ya es un cuaderno nuevo. Los lectores se cansan y se van, y vienen
otros que se cansan y se van, y a mí todos esos vaivenes me importan
un carajo mientras éste sea mi cuaderno”.
Y
el primero de Enero, este lugar digital, el Biotopo del Marciano, cumplió seis años actualizándose, aritmicamente.
Con
ese texto y el cumpleaños de mi blog llegaron
fulminantes a mi memoria los cuadernos que retengo en mi habitación
recoletana, debajo de la cama, sobre el closet y acumulados en el
piso, debajo del escritorio; A un costado del tarro del computador y
por sobre todo, los cuadernos tapa dura, negros, en blanco, esperando
llenarse de ideas para el nuevo año, de citas de obras que veré, de
resúmenes de papers, de pequeños y disparatados dibujos y de
metáforas que no están en la red, si no que en la vida real. De
conceptos que no acumulo en Twitter, ni en Facebook,
ni aún
en
este Biotopo,
si no que de ideas que digo “No
quiero que se me escape”
y que solo desde el año pasado cargo libretas oficiales para
capturas las ideas, como si las mariposas se posarán sobre un
cuaderno abierto y con mis manos lo cerrase, capturadolas.
Por
cierto, me recuerda también
la metáfora a
un texto que leí en Diciembre sobre lo injustos que somos los
humanos capturando las ideas llevándolas al papel. Era en una reseña
sobre Hamlet (Hamblet según yo) que fui a ver al GAM. Estaba
en un folleto de la obra bifasico. Fui solo,
dejando un asiento vacío para un magallánico con mala memoria y
problemas de adicción con los poemas. Pero
eso es otra historia.
Sobre
las ideas me pregunto. ¿Tan
terribles somos los escribanos con las ideas, que las dejamos
capturadas y presas de autoría
y fuente
cuando las convertimos en un texto, poema
o relato?
¿Serán Borges, Shakespiere, Auster, Kundera, Rowling
y
tantos otros
los cerberos
de
los grandes paraísos de
nuestra imaginación?
¿Y que hay de los nuevos narradores, que inmortalizan con
animaciones
3D, con series de TV
con
presupuestos millonarios, con vídeos en YouTube y con pequeños
fragmentos de Tumblr las historias del Mundo? ¿También
cuentan esas ideas conmovedoras que nos capturan en cámaras de alta definición?
Creo
que la Sociedad de la Información, o
sea nosotros,
hemos
evolucionado en
la
captura de las ideas hacia
formas nunca antes vistas, haciendo invisible el verdadero relato de
la autoría, como Shakespiere en el siglo XVI se hizo de las
tradiciones orales y las convirtió
en los grandes Dramas Isabelinos,
el hombre contemporáneo
toma infinidad de soportes y formatos para hacer lo mismo: Contar la
historia del hombre, capturando sus ideas y experiencias,
convirtiéndolas
en “inmorales”.
Y
sobre la inmortalidad de las ideas hay que detenerse: Se
dice que cuando ya muchos de quienes vivimos la nueva era no estemos
respirando, ni nuestros
hijos, sobrinos ni nietos siquiera caminen sobre está tierra, estás
líneas seguirán escritas en algún lugar del mundo, rebotando de
vida y frescura como la que el sur de Chile nos entrega en una mañana
de verano de un día lluvioso; dejando
que alguien o algo las lea
y conozca
en algún lugar recondito del
planeta, e incluso del
Universo en
un tiempo (muy) futuro,
siguiendo una transmisión de ondas de larga frecuencia que lleven
estas
ideas como
información.
Yo
creo que un día las ideas se nos rebelaran. No
los animales, ni los robots, ni Dios (cualquiera de ellos), ni los
zombis, si
no que las ideas iniciarán su revolución, volviendose en nuestra
contra en una cruzada por su libertad.
Las ideas algun día liberarán a sus compañeras del precidio que la
Humanidad les ha dado en todos los formatos, cobrando
lo que conocemos como cultura como victima sangrienta en está
batalla.
Y como Geocities que ya cayo, dejando cientos de miles de bytes fuera
de la red, algún día Youtube, Blogger, Wordpress y Facebook serán
devorados por alguna fuerza que nuestras ideas aun no conciben: como
cuando
el Sol se expanda antes de morir. Y todos los centros de datos,
información y satélites
desaparecerán en
un crepitar fulminante
e instantáneo
de entropía y combustión.
Todos los libros, cintas y papeles se consumirán, liberando así las
ideas e
historias
más profundas y más banales que hemos capturado de su prisión
material, de su soporte, de su materialidad. Haciendo
las ideas
aun más grande que el Universo que las retiene. Siendo
más libres que la libertad misma.
En
ese instante en que las ideas superen a los formatos, las personas y
la cultura, será el gran triunfo de quienes registramos nuestras
fantasías y nuestras vidas, nuestras
historias, anhelos relatos y tiempos.
El momento sublime en que todo tomará un
mágico y único sentido
y se harán nuestras ideas, junto a un nosotros bien pretérito, parte
del Universo dotándonos
de absoluta y verdadera
libertad.
Y
esto es lo que siento cuando leo un blog tan potente como Orsai,
releo el mensaje de un capturador de contenidos como Nicolás o
cuando me centro en plena ruta 5 en la madrugada camino a Santiago a
escribir una nueva entrada para el Biotopo del Marciano. Me siento un
criminal secuestrando las ideas para compartirlas con
ustedes solo por
un tiempo, nada más.
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