octubre 05, 2012

Sara Fernandez Collemann


Otra noche en el laboratorio... El tiempo pasa y el anteproyecto no esta listo. Distraigo mi frustración haciendo lo que mejor se hacer: escribiendo. Pero no frente a la titilante pestaña del editor de texto de código libre que usamos en el laboratorio. Lo hago en la red social del 2009, twitter. Escribo, en esencia, puras webadas. Es Mayo y la noche afuera se continua enfriando en un Santiago nocturno. En eso @sarake me dice “Donde estás??” Digo que en el lab, hasta tarde. Me responde con otro tuit “Voy para allá, paso a buscar el auto y voy”. Le pregunto que donde anda, me dice que en la UC, a varias comunas de su casa. Y me dice que esta en bicicleta.

Pasan los minutos y las horas, pero solo un par. Me llega un SMS al celular “Voy en el auto, pasaré a comprar algo antes”. Luego le respondo por twitter (no tenía saldo en el celular) Me dice que al llegar me avisa. Como suele pasar, me inspiro y paso los siguientes 50 minutos escribiendo todo lo que no había podido hacer en unas 140 horas. El anteproyecto queda listo para correcciones y lo envío. Son las 2:43 am. Miro twitter y un mensaje de @sarake dice “Llegue, estoy afuera”. La hora de emisión, 2:25 am. Respondo cualquier cosa, agarro la mochila, mando el correo, me abrigo, ordeno el lab, todo a la vez. Bajo corriendo y me despido del guardia cordialmente (que era José Manuel) y cruzo el umbral de la facultad en la umbra. Sopla un viento fresco. Frente a Olivos )OK, Sergio Livinsgtone Polhammer) esta solo estacionada Sara. Me subo y apaga el Mac que tenía viendo alguna reproducción medial. Comemos hamburguesa y un café preparado por ella misma de la más alta calidad. Estaba en polera corta, pero con el auto bien cerrado. Afuera, el auto se veía con sus vidrios empañados.

La conocí en la movilización,cuando mis días y noches eran de la Casa Central. Ella iba a cochina a lavar “Yo no cocino, pero lavo todo”. Era la única en pasar horas lavando ollas, trastes, platos plásticos reutilizados semanalmente, vasos y cuanta bataola de objetos y utensilios en esa cocina. Siempre llegaba tarde, en bicicleta y se iba al amanecer. Nunca se olvido de los chicos de las 1800 horas y nunca paro de sonreír. Un día sábado, de marcha por la diversidad sexual, llego con una bandera gigante y colorida. Ahí supe que era lesbiana y mi corazón se rompió un poquito. Otro día llego con una pomada, porque me había quemado el brazo en la cocina y la quemadura se estaba poniendo fea “Es para ti” dijo. Ella estudia Biología en la Fac. De Ciencias, en JGM y trabaja en el Rayo y pitutea en la PUC.

Una mañana de Abril, en una de las primeras marchas del año, me cruce con ella y fui llevando su bicicleta. De puro caballero, pues no era muy necesario. Me pegaba a cada rato con los pedales y la marcha nos miraba extraño. Cuando en Mapocho nos cruzamos con Prof. Baño ella partió hacia encontrarse con otras amigas.

El día que aprobé mi anteproyecto de tesis, Sara me invita a juntarnos. Voy a la PUC a verla y nos vamos a comer. Mi tarjeta fallo al sacar plata y ella me invito. Hablamos abiertamente de sueldos, pega, parejas, gustos y hasta logro algo que solo otra persona ha logrado alguna vez. Fuimos a Sur Patagonico, en barrio Lastarria a comer. Tomamos un vino y nos fuimos cuando nos echaron, a eso de las 2. Recorrí nuevamente el Dpto de Biología de la UC junto con Sara para buscar sus cosas. Eran eso de las 3. Caminamos hacia mi casa y se quedo conmigo y hablamos de música hasta dormir.

Hace unos días la volví a ver, antes de una clase en la mayor. Conversamos profusamente de Glee en el laboratorio que trabaja. Tomamos café de Juan Valdés y creo que arruine algo de su pega, porque cerré accidentalmente una planilla de cálculo de su compu. “Voy para allá, paso a buscar el auto y voy”. Le pregunto que donde anda, me dice que en la UC, a varias comunas de su casa. Y me dice que esta en bicicleta.




Ella es Sara.

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