septiembre 27, 2012

Ceruti at nigth

Una reflexión en otra noche como tesista dentro del edificio. 

El Luis Cerutti es (todavía) el edificio principal de mi facultad. Durante la construcción de mi proyecto de tesis y de mi seminario bibliográfico tuve que sacarle tiempo al tiempo y quedarme hasta muy tarde haciéndolo. Esto porque me era imposible organizarme para tener resultados y productos suficientes y capacidades dirigenciales y de ayudante en terreno en el mismo tiempo a la vez. En estos días fue cuando me volví mono y el biotopo comenzó a quedar de lado por mi falta de organización.

Lo interesante es ver como mi facultad se transformaba de noche. Sus pasillos poco iluminados; las leves goteras que provenían de algún descuidado baño, el silencio y la oscuridad entre las banquitas, los pastos y las salas unos metros más allá. Y yo en el Laboratorio dandolé duro al teclado y destacador, peleando contra papers fomes y mal escritos para darlé(me) coherencia a un texto del cual (aún) me tengo que enamorar. (o encontrarle la gracia más allá de mi aprendizaje)

Entre todo esto el edificio tomaba una atmósfera fantasmagórica a medida que las horas pasaban. Las 20:04, las últimas personas saliendo del edificio. Cambio de turno en Mayordomia por el guardia y aún gente en el diplomado. Las 22:36 Y las personas salen del diplomado de buenas prácticas farmacéuticas. Risas y pasos dos pisos más abajo y yo con gimp girando una enzima mientras el pc se pega por la ridícula calidad gráfica del archivo original. Las 23:14 y yo ya no debería estar ahí. Sigo leyendo y destacando. Colocando un superíndice más. A las 00:58 el sueño comienza a caer y recordaba que tenía el blog tirado y me daba un poco pena. A las 01:23 alguno de los muy nobeles guardias hace la ronda y se percata de la luz y el ruido. Toca y aparezco yo con cara de “Hombre haciendo ciencia” y la pantalla con twitter abierto. Me preguntan mi nombre completo y si tengo permiso. Digo que se me paso la hora (claramente miento, ya era como la quinta noche quedándome en la Facultad ese mes). Me preguntan cuanto me queda. Pienso en mi documento y no le veo ni el 30% listo. Respondo “poco, salgo en 10 minutos” y a la media hora estoy abajo con la mochila enfrentando Independencia a las 2 am. Otra noche más en mi vida de tesista sin tiempo.

Dentro de estás noches conocí una bien particular a José Manuel. José Manuel es español y tiene 2 hijos. Fue militar en España y luego de algunos viajes que nunca detalló vino a Chile, donde se enamoro, hizo familia, se desenamoro y luego termino yendo y volviendo de la Madre Patría. Trabaja de guardia en la facultad por $248.000 pesos chilenos. Con un turno de 20 a 8 dos días seguidos y un tercero y cuarto libres. Lo conocí cuando coloque un cuadro que tiene el Profe Gerald, una reproducción barata de “El caballero de la mano en el pecho” de El Greco, creo. Una de las primeras noches que me toco la puerta se quedo conversando conmigo respecto de el cuadro, literatura y arte. Estuve como hora y media conversando con él en el laboratorio. Tomamos un café y luego decidí partir (uno sabe ya cuando su cerebro queda como mayonesa de tanto pensar).

José Manuel siempre fue extremadamente amable y cortés con todos. Nunca me hizo problema al quedarme (no como el otro no-tan-simpatico nochero del Cerutti). Siempre que bajaba me conversaba de como estaba y de que hacía. Me hablo de sus tiempos de militar y de como Chile es un país donde la gente no confía, teme, no se respeta ni valora. Se subcontrata porque nos tratamos como animales y que la crisis europea es porque la gente, con otra cultura y forma de vida, veía amenazado su forma de vida comunitaria y que era momento de remendar. Me contó lo bueno y malo de su país de origen también y que estaba en Chile por sus hijos, con los que salía al cerro, a los museos y al parque en Santiago. De como disfrutaba la parte suave y bien cuidada de Santiago.

Luego paso el incidente. A José Manuel le descontaron una plata de llamadas ($23.000) por unas llamadas que no hizo. El, subcontratado por una empresa de seguridad que contrata la facultad por varios millones al mes, había sido culpado de algo que no hizo. Aquí las conversaciones se volvieron un poco más tediosas e insoportables. Se convirtieron en una queja constante, “una infelicidad que ellos quieren hacerte sentir” como decía. Esta situación me hacia lamentar su penuria y escucharlo, pero más que ir a preguntarle que onda al viejo de Renato Lobos (administrador de la facultad) poco más pude hacer.

Cuando ya se volvió el único tema en un mes prefería irme temprano si podía y saludarlo, pero no toparmelo por mucho porque empezaba con lo del teléfono, lo que lo volvió monotematico y cargante. Quizás debí habérselo dicho, pero prefería darle animo en su lucha y que denunciará a la dirección del trabajo.

Al final le quitaron esa parte de su sueldo (si analizamos bien, es el 10%) y el termino renunciando, creo, a comienzos de Agosto. Desde entonces las noches en el Cerutti no son lo mismo. Veo a unos 3-4 cabros jovenes a cargo de la puerta, viendo la tele, conversando por el teléfono de la U y paseando cada 10 minutos sin entender nada de lo que ven: Matraces, sombras, equipos y una facultad de ciencias químicas.

Hoy me pregunto, que estará haciendo José Manuel con su vida hoy. Puede que este viviendo en el sur, con una pega más tranquila, con sus hijos y sin el jugo de la subcontratación ni de las noches silenciosas y frías del Cerutti. Pero me alegro que como otro español, “El caballero de la mano en el pecho” haya mantenido su dignidad.

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