abril 03, 2010

Con la brisa del lago en el rostro (¿Cómo vacaciona un marciano? Segmento B)


Y el lago nos saludaba brevemente a mi y a Tomás en nuestra pasada frente a él. El hacer dedo era la nueva misión del día y llegar antes del anochecer a Ensenada. Fue, admito, una dificíl travesía, pero recorrimos con Tomás los parajes más sureños de todo el viaje. Los 52 kilometros los recorrimos en 3 locomociones y cerca de 10 kilometros caminando con nuestras cargas. Caleta Pescado fue el lugar elegido para almorzar el Maruchan de la dieta y donde descansabamos de nuestras frustaciones. Campo y lago veíamos mientras el sol abanzaba hacia el oeste. Finalmente unos chicos nos dejarón en Ensenada cerca de las siete. Que alegría fue que el camino llevará otra sorpresa: Panchita, ex-QF y ahora estudiante de Diseño teatral tambien andaba por estos parajes en compañía de su hermana y una amiga. Me llamo durante el camino y quedamos de vernos a nuestro llegar. Esa noche con Tomás acampamos en la playa, sintiendo la brisa del lago en el rostro luego de yo haber vistado a las chicas en su posición detrás de un restaurant.



El día llego y la mañana trajó más viaje. Ese día parti con Tomás hacia Petrohue, a ver los saltos (que cobraban los muy HdP) y conocer el Lago Todos los Santos. Pancha me envio un mensaje cerca de las 12 que estaba en el Volcán Osorno, nosotros ibamos caminando hacia Petrohue hasta que vuelve a aparecer la pareja más agradable que podíamos encontrar, Mickey y Andrea iban marcandonos el camino hasta que los reconocimos. Luego caminamos los cuatro junto, escuchando el bosque, recorriendo el río y adentrandonos al parque. Aquí la fabulosa camara de Tomás se descargo y debimos conformarnos con las fotos del celular. El agua rugia cristalinamente y sus colores topacio y calipso brillaban de sobre manera. En Los Saltos del Petrohue tambien nos encontramos con la Pancha que andaba junto a unos alemanes recorriendo el camino que nosotros tanto nos habia costado avanzar. Mickey y Andrea se devolvieron ya que ella se sentia mal. Por nuestro lado continuamos hacia la ciudad de Petrohue por un camino de tierra largo a recorrer. Ya eran como las cinco de la tarde.



Allí caminamos a firme paso, dejando atrás a todos los otros mochileros. Si nadie nos iba a parar ese Viernes nosotros llegaríamos igual. Lo cierto es que luego de caminar unos tres kilometros parecio un camión que nos paro y para nuestra sorpresa llevaba a todos los mochileros en la parte de atrás. En eso venian dos primas cuarentonas que mochileaban al igual que nosotros. Su suerte era algo mejor por ser señoras de edad y no un par de suones con cara de pavos por el mundo. Llegamos al Lago Todos los Santos. 



La escena para mi fue el climáx del viaje. Me aislé un rato y camine por el borde del verde y brillante lago rodeado de montañas con árboles cultivados por los siglos de lluvia y por la especial atmosfera que se da allí. Ví un pajaro comerse un ratón: Desde la captura hasta la decapitación. Senti este otro lago en mi rostro, me moje con él y entre en un trance con el hermoso escenario natural que me rodeaba. Me sente en un tronco y fuí parte de la naturaleza, de ese todo verde y profundo descubierto un 1 de Noviembre.

Tomás mientras me buscaba extrañado, o así lo vi cuando regrese. Lanzamos un par de piedras al lago y le llego la primera lluvia. Mickey me llama aconsejandonos volver. Se ponia a llover. Nos llevo una gentil pareja santiaguina que andaba en su segunda luna de miel por el sur. Al llegar a Ensenada el clima estaba por quebrarse en llanto. Recuperamos nuestras cosas convenientemente guardadas y nos cambiamos de ropa. Debimos pagar un camping porque el lago bramia con olas fuertes y feroces por el resoplido del Sur. Vivi una lluvia del sur esa noche, donde tambien visitamos a Pancha y sus amigas en una noche que comimos fideos hechos por ellas y una rica sopa que nosotros donamos. El Sur mostro su verdadero rostro y nos brindo su belleza indomita. Volvi a sentirme uno con la naturaleza esa noche en la oscuridad de la noche, con la fuerza de la lluvia.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

el constructivismo utópico, la épica delirante

 Porque dejar que las cosas buenas se vayan. O quizás, es tiempo de regresar al texto. 

Hackear el marciano

Hackear el marciano