febrero 26, 2010

Oll e Fidos - Toicidad


En el silencio de la noche solo susurra la olla con fideos, el agua hirviendo, sin un sonido más. Las burbujas de vapor explotan liberando el calor mientras le revuelvo con una espatula de madera con la diestra. Mónica y la otra hija de la Sra Luisa (de quien intermitentemente recuerdo su nombre) salieron a Valdivieso a cargar un celular. En la casa esta la Alexia, la nieta menor de la Sra Luisa saltando la cuerda mientras el perro le sigue el juego. Los fideos siguen cociendose y entra a la cocina Oscarito, el único hijo de Oscar y Luisa que se hayan cerca de Temuco reconquistando su amor de varias decadas, acampando.

Oscarito me saluda con mucho afecto, de un abrazo fuerte y dos besos en la mejilla derecha, como siempre que lo veo lo hace. Me cuenta que anda pensando en retomar sus estudios y comenzar a hacer Ingenieria Comercial en la USACH. Ya que trabaja estudiaria el vespertino. Me pregunta si sé que es tenerse fé. Me confiesa que me tiene fé ya que me esfuerzo en las cosas que hago. Me cuenta que no quiere estudiar por tener mucha plata, si no que para poder ganarse 200 lucas sin romperse el cuello como los weones, sin tener que trabajar horas de más. Me cuenta que el ya se sacrifico 4 años, sin ver a su hija ni su esposa, con riesgo de separarse por estudiar, no solo por sacrificar veranos e inviernos, si no tambien noches, otoños, almuerzos, paseos, momentos del crecimiento de su hija...

La Alexia entra mientras el me cuenta eso, le tira las sandalias al suelo para que no ande a pie pelado. Lo abraza y sale de la cocina, los fideos burbujean con mayor frecuencia y siento el calor del agua evaporada por mis dedos. Me dice que él es inteligente, pero que tiene inteligencia emocional, no como los weones eso que solo sirven pa sumar. Me cuenta que el se imagina a los ochenta años estando con sus nietos, fumandose un pito en su casa en la playa, no, su casa en el sur donde cultiva la yerba. Piola y muy calmado, tomandose un whisky con ellos, en el momento que quiere tirar la raya pa la suma de su vida y no verse como un viejo de mierda en un asilo. Oscar ya tiene más de cuarenta años y aún así quiere seguir adelante y darle para lograr lo que quiere. Los fideos estan listos, los cuelo y al voltearme veo a Alexia de nuevo con su papá. El sigue hablando de como seria su casa fuera de la ciudad.

La chica le tira el meñique dandolé la señal de querer irse. Oscar se despide tan afectuosamente como me saludo: Un abrazo y dos besos, ahora uno en cada mejilla, mientras el olor a fideos se confunde con un toque de ároma a vino, leve y parsimonioso pasando por mi nariz.

Cruzo la puerta de mi pieza y con la olla de fideos lista, me detengo a pensar que casi nada he escrito de mi vida en esta casa en el cerro cuya vista he popularizado a las más disimiles personas de mi entorno que me han traido en automovil. Hay cosas que por sentirlas obvias las obviamos al momento de pensar lo que somos y lo que hacemos, como yo he obviado gran parte de lo que sucede en esta casa por los 21 meses que llevo viviendo en esta casa, donde mis habitaciones han sido mis hogares y quienes viven aquí meros observadores de mi tránsito marciano. Sebástian tiene razón, ya soy independiente. Debo sentir esa fé en mi.




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