enero 03, 2010

Modulo

by Claudio Palominos @aulalex

"Mi memoria, señor, es como un vaciadero de basura", dice Funes, y aunque no poseo su disfuncional capacidad de almacenamiento y recuperación de la información, sí conservo algunos recuerdos como sygolomaníaco, algunos de ellos quedan guardados bajo las más curiosas, pero sencillas, claves de apertura. Uno de estos recuerdos es el de mi afición por el rol y cómo, en cierto momento, quedó archivado junto a Martín y a un correo del 18 de enero del 2006. Desconozco si él lo sabe o no, pero por aquella fecha yo todavía no entraba a la facultad (el 2006 fue mi primer año en Beauchef, el año en que fui mechón) y, por lo tanto, no estaba en el CRI, es decir que no nos habíamos conocido personalmente. El correo tenía relación con un taller de narrativa (rolera) al que nunca asistí por terribles y tormentosos motivos personales (ok, no es cierto, pero casi). Meses más tarde vería a este pequeño narrador y terror de los crillos aficionados llegar al CEI vestido de uniforme y chillando sinsentidos.

Ahora intentaré hacer una aproximación y para ello, estimadísimo lector, sólo daré las coordenas y usted unirá los puntos como en un cuaderno de dibujos infantiles: Hasta el dosmilseis fui un rolero consumado, hecho y deshecho, asistiendo a Concilio de Dragones desde el año dosmil. Fui hiperquinético. Escribí más de diez historias y módulos completamente. Llené un cuaderno con anotaciones y descripciones de un mundo completamente inventado por mí para jugar una versión mejorada (por mí, de nuevo) de AD&D 2ª que se acercaba en algunas cosas a 3ª. Tengo guardada una colección de revistas Dragón magazine. Narro(aba) más que decente. La invitación a participar en el taller venía desde un chico con energías y verdadera motivación. Una suerte de salto al vacío me hizo pensar que hubiese ocurrido de acercarme al taller. Pretendía hacer una síntesis de lo que había aprendido; contar historias es maravilloso, pero es divertido cuando tienen su eje en características tan disímiles y complementarias como el azar y la interpretación (alea y mimicry (chiste aparte)). Es importante no olvidar que jugamos para divertirnos y para ello hay que seguir una serie de direccionales básicos, Francisco José Campos ("Guía BÁSICA del Juego de Rol") escribió:


Se justo.

Se imparcial

Y por encima de todo,

diviértete, diviérteles.

La indicación era copiar la frase en el reverso de la pantalla del master. Transmitir cosas como estas no crean, de la nada, a un buen narrador, pero ayudan. En el 2006 sabía que estaría un buen tiempo sin jugar, y así fue. Tenía la impresión de que era necesario dejar por escrito parte de esto, contárselo o alguien o queseyó.


Estos fragmentos desprovistos de señalización no tienen moraleja ni conclusión, pues como buenos roleros, sabemos que las historias se multiplican en la imaginación y los "que hubiera pasado si..." son infinitos. Hay que zambullirse en las posibilidades y abrir sus mundos en cada lectura nueva que hacemos (de nosotros mismos).

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