mayo 17, 2013

Pull back, Pull on and pull me


Una de mis hipótesis al dejar el Senado Universitario fue que caería en mi la “SUPERDEPRESIÓN” que no me cayó con la muerte de mi mamá el 2010. En ese momento justo cuando paso todo lo de ella, fue simultaneamente el momento en que entre a ese cargo, me atocigüe con ayudantías y mis prioridades estaban lejos de ser yo. No estaba pensando en nada. (Aunque eso no mermo el egocentrismo de mi discurso y en ciertos momentos lo monopolizo).

De a poco me di cuenta de una cosa. Qué algo se había ido de mi. No sabía que, ni donde estaba, pero que no tenía las mismos intereses de siempre <Estás creciendo, está bien> decían. Pero Renzo Alonso no dudo en decirme <Andas distinto, andas lejano, como si tu ya no fueras el mismo. Estás mal>. Pero seguí escudandome en mares de responsabilidades, en hacerme un montón de cosas para no pensar ni sentir. Para no leer, escribir de otros temas, para alejarme de mi, desentenderme y eludirme. Claramente ese algo era mucho más interior y peligroso y enfrentarlo no sería fácil.

Cuando entre en Abril pasado a comenzar mi tesis el desencanto rodeaba todo lo que veía. No quería nada, sentía que estaba “chato y no quería nada”, pero seguía envuelto en tantas cosas que no habían muchas formas de escaparme de una maquina de responsabilidades que yo mismo me construí. Sentía poco e incluso comencé a dejarme llevar por experiencias más físicas que mentales, más sociales que espirituales. Algo que va en contra de mis propias creencias sobre como vivir mi vida. Comence a llevar una vida de riesgos futiles y experiencias fugaces, combinadas con el profundo deseo de reconocerme que se estaba acumulando dentro de mi. Encontrar que cosa no estaba. Lo cierto es que sentía que algo en mi me tiraba para adentro, me hacía un vacío y terminaba mecanizado.

Un día conversando con (Ignacio) Chi lance lo que pensaba, cual corriente de la consciencia, de lo que estaba haciendo por esos días. Lo que pensaba de la tesis, de las ayudantías, del senado, de la gente y por sobre todo, de mis propias metas. Las cosas estaban por explotarme en Junio. Lo cierto es que mi termino de periodo lo asumí (desde Abril) como un momento de cambio y de bajar el ritmo. De enlistar MUCHOS pendientes que uno siempre acumula e ir tratando de superarlos. De limpiar mi cabeza y despejarla y desarrollar procesos pendientes, inconclusos o a mal traer. Meterme esta idea de tomar otro ritmo fue como inyectarme un sedante suave y punzante que detuviera mi lengua antes de tomar más responsabilidades y desafíos.

Luego vino el momento en que me detuve. Mire a mi alrededor y la maquina que yo mismo construí no se detuvo. Me deje tensionar por ella, elongando mis capacidades a tensiones desconocidas, provocando un periodo refractario en el cual solo me deje llevar. La inflamación posterior de mi cabeza me hizo volver a dudar de todo y especialmente de una cosa: de mi mismo.

Dicen que el dudar puede ser un acto de inteligencia. Lo malo es que cuando estás dentro de la duda la incertidumbre puede comenzar a consumirte y encerrarte en una especie de desesperación insana que colme tus pensamientos. De aquí, solo un paso recursivo nos vuelve a una espiral descendente de dudas y pensamientos en donde lo menos que crees es que podrás seguir haciendo las cosas bien.

De estás historias casi un año... Y recien ciento que la motivación me está volviendo, aunque la tesis le queda su buen resto tiene un sentido en mi vida y he disminuído (hasta ahora) el número de responsabilidades. Espero que las próximas semanas sean semanas de ordenar lo que viene, lo que quiero y lo que puedo hacer. Espero comenzar a dormir menos, pero por que estoy volviendo a realizar cosas que me gustan... Y que esa corriente de la consiencia sean nuevas ideas que disparo para un mundo mejor.

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