enero 24, 2010

Primer Encuentro Cercano con un Avatar



Aunque el título sugiera la reseña de una secuela híbrida entre dos grandes películas de la ciencia ficción, el siguiente texto no puede estar más alejado de esa realidad. Sea curioso, lea. No sea flojo, lea. No se reprime, comente después.







Conocí a Martín en el Centro Cultural España, el año pasado, en la exposición multimedia de la novela gráfica “Informe Tunguska” (http://informetunguska.blogspot.com/), previo acuerdo vía Twitter. Aunque, pensándolo mejor, sería mejor decir que nos conocimos a través de este medio del que, por si no lo sabían, Martín es esclavo. Yo también, para qué ando con cosas. Aunque no tanto… creo. ¿O fue por Blogger? ¡No! Por Facebook.
En fin.
La cosa es que nos vimos por primera vez las caras en esa única ocasión. Y sé que lo que voy a escribir a continuación va a sonar como si lo escribiera un analfabeto digital (esta expresión ya es retrógrada), pero esa fue la primera vez que conocí personalmente a algún contacto virtual. Sí, señoras y señores, con 22 años y nunca antes en la vida había concretado un encuentro cercano con alguien de quien sólo había visto de avatar (¡así que siéntete honrado, Marciano!). Y no fue para nada traumático. De hecho, vi a una persona tan entusiasta, alegre y abierta de mente (la muestra no era fácil de digerir, si no miren el link de más arriba) que no dudé en que la experiencia había valido la pena.
No estoy muy seguro de qué es lo que Martín quiere que escriba en este post, pero como no me va poner nota ni nada, me relajo. Sé que esta seguidilla de entradas, de diferentes autores/amigos/blogueros/twiteros, tiene como finalidad conmemorar los 3 (!!!) años del Biotopo del Marciano, aniversario que no tiene nada de insignificante (lo digo considerando que yo mismo terminé cansándome de actualizar mi blog al año de empezarlo). Así que felicitaciones, Martín, y espero que Blogger albergue tu espacio por mucho tiempo más… y que no te aburras tan fácil como… otros.




Termino con una confesión: sé que me podría pasar horas y horas leyendo, viendo y escuchando todas las manifestaciones virtuales que Martín ha propagado en Internet (a este Marciano le falta colonizar Robo.to no más para completar su invasión). Pero no sería lo mismo. Llámenme anticuado, pero para mantener una amistad prefiero, ante todo, el método old school del contacto real. Por eso espero que este año sean más las ocasiones en las que podamos compartir experiencias y conversar, simplemente, de la vida (y si es en un café Twitter, mejor aún).
Un abrazo, Martín.
Un gusto, Mr.

3 comentarios:

  1. Y no te habría posteado si en realidad no hubiese pensado una y mil veces en qué es lo que pasará cuando me muera. Experiencia aparte de lo que ya sé que significa: papeleos, mucho dinero, mucho dolor y muy poca conciencia del dolor ajeno (ha muerto alguien muy cercano y me ha tocado la pega del hacerme cargo hace algunos años). Pues yo me preguntaba, hablando desde mi experiencia, qué es lo que pasaría si muero ahora mismo. Qué ocurre si me cae un pedazo del techo y me mata en un segundo. Y me daba vueltas y vueltas en un montón de supuestos... que este llorará, que mi madre, que mis hermanos, que mi padre, que mis cosas, que mis deudas, que todo lo que no hice, que todo lo que podría haber hecho, que la justicia, que la injusticia, que el vacío de no saber, del miedo a que es lo que habrá más allá y un millón de más cosas. Hasta que un día, me enfermé como lo estoy ahora (por esto te postié). Tenía una amigdalitis purulenta tan purulenta que casi me muero. Me dolía la garganta y la espalda a tal punto que no podía conciliar el sueño, el estar acostado me provocaba dolor, al levantarme me mareaba al punto de no poder caminar, comer y beber me significaban un dolor inmenso que soportaba porque sabía que si no comía no mejoraría jamás. Hasta que una noche, cuando ya no podía más de la fiebre y el dolor, me entregué en las manos de la muerte. El miedo se transformó en esperanza, que todo el dolor terminara, que la enfermedad pasara, ya no importaba si mi madre iba a sufrir, si mis hermanos se iban a pelear mis cosas o todas las cosas que quedaran por hacer, las que me hubiese gustado hacer, solo importaba terminar con ese dolor que ya no me dejaba vivir. Entonces, concilié el sueño y me sentí por primera vez descansar después de varios días con ese dolor tan grande.

    Al otro día me pusieron una tremenda inyección en la mañana. Ya en la tarde estaba mucho mejor. Fue increíble. Luego de eso me puse a pensar en esa sensación de haberme entregado a la muerte y la gran lección que me dejó.

    No hace falta pensar en cuando y cómo voy a morir, lo único que espero es que no sea una muerte trágica, muy dolorosa o larga. Sólo espero estar preparado, tranquilo y poder entregarme a ella tal y como lo hice al estar así de enfermo, con paz, sin la sensación de no haber cumplido mi tarea, sin pensar que no debo morir en ese momento, con la esperanza de que los que queden se encargarán de todo y lo que hubiese querido hacer no estaba en mí poder hacerlo, dejar que la vida siga su curso y atravesar la última vía de la vida, la muerte.

    Y lo que venga después... prefiero pensar que es un sueño oscuro, vacío, donde no hay ni un cielo, ni un infierno. La nada.

    Saludos. (hombre con el que nunca he hablado)

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  2. (y el cometario anterior es del post de arriba. mis disculpas)

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  3. Lucem, profunda y muy cercana tu reflexión. Se agradece que la compartas conmigo en el Biotopo.
    Lo del equivocarte. A veces pasa, el diseño incluso me confunde a mi XD

    Un abrazo

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el constructivismo utópico, la épica delirante

 Porque dejar que las cosas buenas se vayan. O quizás, es tiempo de regresar al texto. 

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