Hace muchos meses (desde el verano del
2011) que no terminaba de leer una novela. Tengo como 7 a medio leer
y simplemente las veía al costado de mi cama, cada noche que llegaba
a casa, que tenían sus marcadores encima, sin terminarse. La
victoriosa novela es una de la cual ya había hablado en el blog “De
que hablo cuando hablo de correr” que me presto hace mucho
tiempo Claudio. Quizás por la misma prosa de Murakami que termino
escribiendo una entrada como esta, como una señal de intertexto
entre su memoria de corredor y la mía de lector.
Hay muchas cosas que no había hecho en
un largo tiempo. Como volver a jugar cartas pokemon. Desde Abril del
2005 que no volvía al mundo de los juegos de cartas. Fue una
decisión dificil en ese entonces, pero es algo que me gusta hacer,
como a Murakami correr. Al igual que Haruki corro, pero para nada de
manera profesional. Esos trotes matutinos que describe nunca han sido
parte de mi experiencia. No me imagino corriendo durante 25 años
todos los días ni nadando todas las semanas como el Prof. Gerald,
que lleva 20 años asistiendo a la Piscina escolar. De cierta manera
el deporte nunca me ha sido <una seda>.
Volviendo a las cosas que no hacia hace
mucho, el acto de leer literatura me satisface algo dentro de la
guata. Una sensación de identificación, narración y visión
profunda que no siento todos los días. En mi paso por la Universidad
mi frecuencia de lector ha sido menor, o al menos así lo pienso. He
leído muchas más cosas: Blogs, papers, revistas, pero los libros
pasaron a un segundo plano y “hacerme el tiempo” ha sido tema. De
todas maneras si lograba dar con algún titulo atractivo en mis manos
no podía dejar de comprarlo si tenía dinero en ese momento.
Otra conclusión que llegue ayer,
mientras caminaba por la ciudad, es que requiero de espacios de
soledad para encontrarme y converger. Muchas veces utilizo el
pretexto de “hacer cosas” para escapar de mi mismo; escapar de
las cosas que quiero hacer, me gustan hacer poniendo a otros por
sobre mi. Recientemente eso mermo mi animo duramente, ensimismandome
en un halo de pesadumbre y achaques donde mi corazón se quejaba
incansablemente de lo insuficiente que soy. En el libro que acabo de
terminar el autor da con la clave, al indicar que si nos ponemos a
enumerar lo que hacemos mal o consideramos insuficiente no terminamos
nunca, pero tenemos algo de bueno.
Y esas cosas buenas son con las cuales
hay que defenderse en la vida, en la marcha de los normales que
cruzan el día. Como siempre, tengo ganas de hacer la diferencia en
mis pasos y días y esa pesadumbre que había sentido estás últimas
dos semanas me impedía ver claramente las cosas. Tanto que deje de
dar saludos relevantes para personas que quiero mucho.
Como Haruki describe, hay momentos en
que de tanto correr el cuerpo nos sorprende con achaques,
fundamentalmente al terminar las carreras. Terminar procesos nos hace
un pull-on interior que nos coloca a la defensiva cuando no los
asimilamos bien. Tenemos que tomar los pasos siguientes
delicadamente, pero sin el miedo a equivocarnos. He ahí el meollo de
los pasos en una carrera. Y siguiendo lo que describe el autor, hay
que sentirse bien para emprender otra carrera, colocarnos nuestros
implementos y comenzar a andar.
Haruki Murakami termina su novela
evocando un modelo de epitafío, siendo consciente que no superará
del 2100 su vida. Lo cierto que su obra y sus pasos dejan huellas
profundas en la cultura e inspiran a seguir corriendo carreras a
quienes nos gusta buscar nuestros límites, especialmente cuando
sentimos que correr pierde un poco el sentido.
Sí, a veces es necesario escaparse del mundo para estar con uno mismo. Lo malo es que siempre se deja en el fondo de la lista de prioridades.
ResponderBorrarMe alegro que lo vuelvas a hacer.
:)