
Llevo ya 15 semanas de paro, quince semanas donde he vivido una excepción, una cosa fuera de la regla, de la sociedad y de cualquier planificación. En ninguno de mis panoramas lo había visto venir y ha sido totalmente emocionante, más que el paro en si, como he vivido estás 15 semanas, en un torbellino de argumentos profundos, análisis social y enfrentamiento. La incertidumbre también cambio mis prioridades y confundió aún más las cosas que pretendo hacer de mi vida. Digamos que, en esencia, este paro me ha erosionado muchas de mis creencias y prejuicios, no solo de personas, si no también de que es la vida, que haré con ella, para quien creo juego y cual es la importancia de eso.
Y de ahí he llegado a la primera regla que me cae como un ladrillazo en la mandibula: Nadie espera que llegues, nadie espera que te vayas. Un axioma aplicable a todo y que concretiza el relativismo einstieano en que la postmoderna sociedad actual vive. Cuando aparecemos en la vida de alguien pocas veces es premeditado (en realidad, ahora creo que nunca es premeditado) Es una circunstancia que llega y que puede ser única en la vida o también una larga relación.
También, la caducidad de las relaciones está determinada por cosas bien extrañas. Desde la misma muerte, donde nos la lloramos toda, hasta una simple desaparición de las redes sociales. Una des-conexión que nos aleja de todos, haciendo en efecto nuestras interacciones cotidianas excepciones cristalinas y únicas, donde toda la probabilidad de la variabilidad genéticas no son suficientes para predecirlas ni condicionarlas. Una verdadera excepción.
Y ahora, hoy, preveo que la excepción en que mi vida, la vida de mis compañeros de carrera, de los amigos que he ido agrupando en mi experiencia en la universidad y de los distintos actores que me he encontrado en este paro, pronto están por terminar su excepción. Una excepción tan larga que marca nuestras vidas, que deja una huella especial y que no todos tienen. Un aprendizaje que dependiendo de como fue tomado puede ser más de lo mismo o una flor muy extraña en el campo de nuestras vidas. Una respuesta, o un cruce donde las cosas dejan de caminar hacia el mismo rumbo.

Quizás, por todas estás cosas diferentes, me ha costado tanto escribir, tanto terminar los texto y tanto más poder leer. También, creo que estas ideas me tenían con una aversión a estudiar, que es mi droga más intensas desde que conciencia tengo y que deje de sumistrarme con esté paro y ahora veo los efectos de su abstinencia... y de su permanencia.
Claramente tengo ganas de otras cosas muy muy distintas de las que tenía a fines de Mayo cuando el paro se avecinaba. Lo interesante es descubrir hacia donde iré ahora que viró el timón de mi vida en nuevas direcciones, mucho más azarosas... Vivir es un regalo muy extraño ya que nadie espera que le llegue, ni nadie espera que se acabe... Como hipnotizados por ella misma, en un trance largo y extraño. Trataré de no olvidar está lección.
Hay muchas cosas que he ganado con está excepción, con este salto.
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