enero 24, 2009

Dos textos robados

Texto 1: Nuestros chicos trofeo

Esta semana, muchos adolescentes cuya consigna es "si no estás en Facebook no existes" dieron la PSU. Me acuerdo que cuando yo la di estaba nervioso por que iba a llegar tarde a mi primera pega como productor creativo de un programa espantoso llamado "Saping", cuyo rating era incluso más bajo que el de "Juntos, el show de la mañana". Durante la enseñanza media me había esforzado un promedio 6,6 lo confirma- para demostrarle a mi papá y a mi mamá que no era un imbécil, y para que esta última se lo pudiera refrendar en la cara a todo el mundo. Inevitablemente, la carga emocional de todo eso ha provocado que desde la salida de clases, y al menos domingo por medio, tenga la pesadilla de que repito de curso por culpa del profesor de matemáticas de un colegio desde el cual me sacaron de una patada en el orto por haber escrito sobre mi maestro de castellano en la "Zona de Contacto". A él, un obstinado miembro de la izquierda chilena, le debo mi primera censura y le envío mis agradecimientos.

La gran ventaja de pasar de la vida colegial al mundo laboral es que uno se da cuenta de que en la universidad hay una gran burbuja de diversión, paseos, tocatas y tomateras, y que, además, puedes aprender algo que tú elegiste. Sólo por eso debiese gustarte. La pega, además, inevitablemente te reúne con gente similar a la de las clases más juveniles: hay un grupo que te agrada y otro que te desprecia, todos tratan de gustarle a la mina rica, se pelea por nimiedades y hay un pánico generalizado hacia el director (en la mayoría de los casos, un jefe). Al fin y al cabo, en las oficinas de Chile todos tienen una edad mental de 14 años.

Leyendo el "Wall Street Journal" encontré un artículo de Ron Alsop que se ha transformado en libro sobre los chicos trofeo: la generación Millenium, los que nacimos después del 1985 y hemos sido mimados durante toda la vida. Poco adaptados al fracaso, permanentemente estimulados por medios que nos hablan personalmente e incapaces de entregar nuestros tiempos a las corporaciones hoy, esta generación, mi generación, tiene en jaque a la fuerza laboral de Estados Unidos. Los chicos trofeo quieren ser CEO’s, pero no vivir para las empresas, automáticamente. Los chicos trofeo merecen ser ascendidos y realizados al poco tiempo, si no, mandan la pega al carajo y vuelven a sus casas a jugar Xbox. Lo que más me llama la atención de mi generación es la solfa con que todo se toma en la vida: lo laboral, las relaciones humanas, el uso de las tarjetas. Tiene eso también un costado medio triste: hay poca capacidad de frustración y cuando uno no tiene ese soporte las cosas duran menos. No hay pelea. No hay estabilidad. Es el ramo que no enseñan en las universidades y los "baby boomers", aferrados a eso, mantienen el estatus de referentes aunque en su mayoría no sean tan buenos. Yo hace años no veo a un solo alumno en práctica que me sorprenda de verdad, y, entre los que he tenido cerca, los que trabajan bien son en general unos envidiosos de mierda que piensan que merecen cancha, tiro y lado por que sus papitos pagaron las cuotas de la universidad. Cero capacidad de sacrificio, cero capacidad de entregarse a algo por el gusto de hacerlo bien. Tienen cultura de McDonald’s y no saben ni quieren a asumir errores.

Si usted tiene en casa a un chico trofeo hágale un favor: avísele que va a fallar. Dígale que la gente en general suele ser mala, y que la vida no es un Súper Mario donde uno pase etapas para superar a la princesa, que es el gran premio. Coméntele que hay que tener inteligencia emocional, que hay que pensar más en los errores que en los aciertos, que debe vivir la frustración pero no quedarse enganchado ni irse a la casa a fumar la maleza que crece en patio. El problema de tenerlo todo es que muchas veces no nos damos cuenta que no todo se puede comprar. Que las relaciones humanas son lo importante. Que en un mundo triunfalista, el verdadero logro es ser una persona íntegra, feliz, realizada, y no una máquina tragamonedas


Texto 2: La ideología de no tener ideología

No soy de esos que se molestan demasiado por ir a votar (vamos, animales, es sólo un domingo al año, el mismo que habitualmente se ocupa para recuperarse de la caña) ni por las pocas alternativas que hay (¿cuándo las hubo?). Me molesta mucho más que no hayan jóvenes inscritos o proponiendo alternativas, porque con esa actitud pelotuda que dejamos todo en manos de un grupo de vejetes que se reparten los cargos de generación en generación. Tengo la idea de que ese sentimiento es sólo un signo de tiempos tontos (miren como estos genios de la economía cayeron de especuladores ambiciosos en Wall Street) y que los medios y los comunicadores hemos sido cómplices de esa sensación. Antes de tener política real para la gente ya hemos apestado sus cerebros, gracias a la consigna "son todos malos, son todos corruptos" que los lolosaurios de la tele repiten tan bien para tratar de justificar el por qué hay gente a la que le pagan un sueldo para hablar de la última cirugía de Raquel y Raquelita, y no de algunas otras cosas más interesantes.

Una de ellas es la escandalosa vacuidad de la propaganda electoral. Uno, ingenuo pero nunca tanto, jamás esperó ver grandes proyectos: históricamente ha habido poco más que apellidos en papel picante o rostros feos en palometas gigantes. Pero lo que realmente me hincha es no saber qué cresta están pensando.

Siento que me están insultando, y que no basta con estos programas de debates televisivos animados por chicas de peinado similar a eso de las 1 de la mañana. Es preocupante que todos se hagan llamar "independientes de verdad", un eslogan que vale tanto como "este detergente lava mejor" si uno considera que detrás de cada cartelito instalado hay alguien que lo financia. Y lo que es peor, ahora, sospechosamente, ni siquiera puedo ver un triste logo o nombre de partido dentro de sus propuestas publicitarias.

Esa onda moderna-y-súper-loca de no saber a quién obedece ni para quién juega el personaje por el que votas (hay algunas propuestas en ese estilo que no tienen ni siquiera la lista por la que hay que votar, como la del alcalde Labbé) es asquerosa. El tema no es que sea mejor dejar de votar por las personas y no por los partidos, como tan bien argumenta nuestra clase política al tomar estas decisiones, pero yo querría saber por lo menos cómo piensan. La historia carga a la derecha de cierto matiz de presión económico-social beneficiosa para un grupo determinado, por tanto podemos decodificar que históricamente intentarán esconderle su militancia al chileno medio. A menudo, los taxistas nos recuerdan que Piñera no es parte de la Alianza, si no es "empresario y por tanto no necesita plata", cuestión evidentemente contradictoria: si es empresario es porque busca rentabilidad en sus negocios, algo que no se logra respirando y por tanto, y salvo en el caso de que se desprenda por completo de sus activos y quede más pobre que una rata, esa idea por lo menos merece una discusión. Pero me sorprende más el caso de la Concertación, que hace 20 años encausaba los sentimientos de un pueblo oprimido pero que ahora al parecer se avergüenza de decirlo. Y cuando se decide, lo hace en actos artísticos donde no se celebran los avances logrados en la dignidad de la gente durante sus distintos gobiernos, si no una efeméride, respetable, pero que ya pasó hace rato. Todo bien, héroes, felicitaciones, botaron a ese viejo muerto y pelotudo, pero, ¿qué pasó con el sistema binominal, con la protección social, con la igualdad de oportunidades? ¿O es que ahora no ponen el arco iris por miedo a que los acusemos de estafa? Ya pos, si la alegría llegó hace rato, hagan algo antes de que se acabe su tiempo. No sean barzas. Celebrar la historia es una lata. Mírense al espejo, vean su presente y después conversamos. Ah, y pongan de qué lado son, por favor. ¿O les da vergüenza?

Ambos son de Nicolas Copano. Escrito para la Nacion Domingo. Los dos textos buenos luego de no haberlo leido desde 8 meses. Creo que mi tesis es correcta. La tele nos estupidiza. Por eso no tengo tele. Espero vuelvas a recuparar esas neuronas perdidas en la decadencia de la television y resusites con fuerza lo que otrora fue tu blog... Salud!

4 comentarios:

  1. Los chicos trofeo merecen ser ascendidos y realizados al poco tiempo, si no, mandan la pega al carajo y vuelven a sus casas a jugar Xbox.

    :O

    qn será así :p

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  2. Anónimo28.1.09

    Me gusto el primer texto, el segundo no,quizas le hubiera tomado mas peso si hubiera empleado un lenguaje mas formal, aunque tiene razon asi es este pais, donde la juventud cada vez parecemos ir peor, me emputece oir a las personas decir, no me interesa la politica, no me he inscrito para votar,pero no falta que son los primeros en reclamar por cualquier cosa, que el gobierno esta mal, que esto deberia ser asi, que la salud esta mal, que el transporte, que la vida.Detesto a esas personas, me carga saber que no tienen una opinion(raro viniendo de mi),que falta de vida, gente sin consiencia que reclama que la vida esta mal, que la politica miente, pero que no hacen nada por cambiarlo, es como dice una cancion - es facil vegetar, dejar que otros hablen y decir ellos saben mas que yo -(o creo que era asi xD)
    Ya me canse,iba a segur pero que mas da.
    Deberias haber ido a yerba loca, para ver tu faceta de niña exploradora xD y haber con que historia o comentario desubicado hubieras salido esta vez.
    Cuidate
    Y sigue ayudando
    Nos veremos pronto, lo quiera o no xD
    Xau (yo again, un antisebapsicopatacontextosaburridosquedanasco

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  3. Anónimo3.2.09

    Notable, notable. Siempre sospeché que los Copano eran más inteligentes de lo que aparentaban. Fabrizio tiene un humor que me gusta mucho, es muy astuto. Pero deberían sacar a relucir ese lado más seguido y no contribuir a estupidizar a las masas, entrando en contradicción con lo que dice el segundo texto.

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  4. Son buenos textos, gracias por el linkeo.

    Saludaciones

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el constructivismo utópico, la épica delirante

 Porque dejar que las cosas buenas se vayan. O quizás, es tiempo de regresar al texto. 

Hackear el marciano

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