Afortunadamente, aun, nadie de mi cercanos ha muerto Pero si uno se va, por mucho, mucho tiempo; Por muy, muy grandes distancias.
Siento de cierta forma me sirve para (re)valorar a cada persona que ha compartido su tiempo en mi vida o que ha tolerado mi irrupción en su vida. Estos son los pensamientos que tienes cuando hay una carencias, escuchando las canciones cuando te sientes solo, y recordando las miradas mas antiguas que almacenas. Y en eso (se supone) que te percatas que el mundo existe, y ves cuanto ha sido la importancia de tu insignificante existencia, en este basto y eonario universo y cuanto fue el pico-femtoinstante en el universo que esas dos partículas, tu y quien se va, coexistieron mutuamente. Y nuevamente, antes de un nuevo respiro, la realidad arremete recordándote quien eres, quien quieres ser, tus sueños y tus anhelos y a todas aquellos electrones, que tuvieron electrostáticas relaciones contigo, en tiempos efímeros, dentro de lo que podamos concebir como tiempo.
Hoy ya no encontrare a la Fran en su casa, ni en el colegio, ni en la florería de sus padres. Hoy ella no esta en suelo chileno. Se fue a Italia, a emprender su vida, a estudiar lo que quiere, ciencias políticas. Así y todo la Fran, mi mejor amiga por 6 largos años seguirá teniendo ese preciado espacio en mi corazón. Pero el segundero avanza, y ya hoy yo no convivo con los de antes, los nombres de Jorge, Martina, Camilo, Gonzalo y Juana han sido cambiados por Raúl, Karla, José, Gabriel y Evgenia y ni mi forma de vida se ha visto inmune, pues de vivir con Mama Patty y Kilo he pasado a vivir con Aldo, sus niños, la señora Anita y Manuel, pagando el cuarto en el que vivo, independiente.
En tiempos pasados yo jugaba en una plaza en vitacura, subiendo árboles y columpiándome. Hoy, los columpios son una gran alegría, pero a la vez, son un intenso momento de melancolía. Cada vez que voy a esa plaza es como partir de nuevo, pero con cosas que antes no habían, es un cambio de condiciones, es mí pasado más latente. Como también, al recorrer el barrio Yungay rememoro un cercano, pero ya pretérito momento, sus personas y aventuras, sus travesías y lecciones.
Las cosas cambian, como uno lo hace, es la gracia de vivir, es la forma que tiene la vida de expresarse. Cambiando y teniéndonos en incertidumbre, jugando paulatinamente con nosotros, aumentando nuestro peso, distrayendo nuestras mentes, aligerando ciertas cargas y enseñándonos lo maravillosa que es la gente y la naturaleza. Hoy la Fran comienza su camino en Italia y yo, hoy, continuo mi vida en Santiago, pero haciendo una leve pausa, un stop, para darme (nuevamente) cuenta de quien tengo a mi lado.
Hora de dar vuelta la hoja, y fluir, fluir como solo cada uno sabe hacerlo.
Siento de cierta forma me sirve para (re)valorar a cada persona que ha compartido su tiempo en mi vida o que ha tolerado mi irrupción en su vida. Estos son los pensamientos que tienes cuando hay una carencias, escuchando las canciones cuando te sientes solo, y recordando las miradas mas antiguas que almacenas. Y en eso (se supone) que te percatas que el mundo existe, y ves cuanto ha sido la importancia de tu insignificante existencia, en este basto y eonario universo y cuanto fue el pico-femtoinstante en el universo que esas dos partículas, tu y quien se va, coexistieron mutuamente. Y nuevamente, antes de un nuevo respiro, la realidad arremete recordándote quien eres, quien quieres ser, tus sueños y tus anhelos y a todas aquellos electrones, que tuvieron electrostáticas relaciones contigo, en tiempos efímeros, dentro de lo que podamos concebir como tiempo.
Hoy ya no encontrare a la Fran en su casa, ni en el colegio, ni en la florería de sus padres. Hoy ella no esta en suelo chileno. Se fue a Italia, a emprender su vida, a estudiar lo que quiere, ciencias políticas. Así y todo la Fran, mi mejor amiga por 6 largos años seguirá teniendo ese preciado espacio en mi corazón. Pero el segundero avanza, y ya hoy yo no convivo con los de antes, los nombres de Jorge, Martina, Camilo, Gonzalo y Juana han sido cambiados por Raúl, Karla, José, Gabriel y Evgenia y ni mi forma de vida se ha visto inmune, pues de vivir con Mama Patty y Kilo he pasado a vivir con Aldo, sus niños, la señora Anita y Manuel, pagando el cuarto en el que vivo, independiente.
En tiempos pasados yo jugaba en una plaza en vitacura, subiendo árboles y columpiándome. Hoy, los columpios son una gran alegría, pero a la vez, son un intenso momento de melancolía. Cada vez que voy a esa plaza es como partir de nuevo, pero con cosas que antes no habían, es un cambio de condiciones, es mí pasado más latente. Como también, al recorrer el barrio Yungay rememoro un cercano, pero ya pretérito momento, sus personas y aventuras, sus travesías y lecciones.
Las cosas cambian, como uno lo hace, es la gracia de vivir, es la forma que tiene la vida de expresarse. Cambiando y teniéndonos en incertidumbre, jugando paulatinamente con nosotros, aumentando nuestro peso, distrayendo nuestras mentes, aligerando ciertas cargas y enseñándonos lo maravillosa que es la gente y la naturaleza. Hoy la Fran comienza su camino en Italia y yo, hoy, continuo mi vida en Santiago, pero haciendo una leve pausa, un stop, para darme (nuevamente) cuenta de quien tengo a mi lado.
Hora de dar vuelta la hoja, y fluir, fluir como solo cada uno sabe hacerlo.